1. Nos sentamos derechos en el borde de una silla, exhalamos profundamente por la boca e inhalamos profundamente por la nariz. Mantenemos los ojos abiertos y repetimos esa respiración dos veces. Después cerramos los ojos y respiramos con normalidad. Nuestras manos están abiertas apoyadas en nuestros muslos con las palmas hacia arriba.
2. Lentamente estiramos los brazos y las manos hacia delante, yendo hacia alguien. Nos mantenemos sentados y derechos, sentimos como nuestra espalda se yergue cada vez más cuanto más estiramos los brazos hacia delante. En nuestra imaginación estiramos los brazos hacia nuestra madre.
3. Mientras nos mantenemos en esa posición tomamos conciencia de cuántas maneras diferentes nosotros en nuestra vida nos hemos alejado de otros en lugar de habernos dedicado a ellos. Permanecemos en esa posición aunque en ese instante pueda resultarnos difícil. Movemos nuestros brazos y nuestras manos abiertas más hacia delante y conservamos nuestra espalda derecha.
4. Lentamente y con cuidado abrimos los ojos. Sin movernos percibimos nuestro entorno como un todo y como un todo nos entregamos a él hacia delante, hacia la derecha y la izquierda y también hacia atrás.
5. Abrimos nuestros oídos, listos para oír todo y a todos, oír lo que otros nos quieren comunicar y junto con ellos nos descubrimos atentos a nuestra madre y a muchas personas más, con amor y esperanza, dedicados y uno con ellos.
6. Volvemos a hacer tres respiraciones profundas. Primero exhalamos y luego profundamente tres veces inhalamos y exhalamos. Permanecemos erguidos, con la espalda derecha, sentados y levemente inclinados hacia delante.
7. De pronto nos sentimos unidos a muchas personas de un modo distinto, con los ojos bien abiertos y fulgurantes y los oídos bien abiertos, sentimos que estamos atentos a ellos pero de un modo distinto. También en relación con aquellos con quienes estamos unidos por nuestra profesión y nuestra empresa.
¿Qué sucede ahora con nuestro éxito? ¿Falta mucho para que llegue? ¿Qué sucede con nuestra alegría y nuestra felicidad? También ellas vuelven su mirada hacia nosotros, como nuestra madre.
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