EL AMOR Y SUS ALAS
Cuando la Vida toca tu alma y, mágicamente eres bendecido por las fuerzas del Amor, se te otorga el regalo más grande de todos.
Lo prodigioso, lo innombrable te acaricia.
Qué regalo tan maravilloso, sentir y recibir ese Amor vibrante y luminoso fluyendo por todo tu ser.
Pero a menudo, surge en nosotros el deseo de retenerlo; de apropiarnos de él y de hacerlo exclusivamente nuestro.
¡Vaya estupidez la querer volverse el dueño de lo Esencial!
Y entonces empiezan los planes, los presuntos derechos de autoría, el control y el miedo.
Y el Amor, que hasta ese instante estaba feliz y dichoso, comienza a sentirse atrapado dentro de una jaula.
Jaula de oro, pero jaula al fin y al acabo.
Hemos encerrado a lo único que sólo se nutre de la libertad más pura y límpida.
Y entonces, el Amor ya no sabe cómo extender sus alas y, poco a poco, su vuelo se aplaca.
Sólo recuerda el batir de las alas y su ritmo, pero las mismas ya no logran elevarlo del suelo del tedio y la monotonía.
Por ello, con el tiempo, uno aprende que los Regalos requieren ser disfrutados, pero jamás poseídos.
Y uno aprende que la energía Vital se nutre sólo de libertad para existir y, que el Amor, cuando sucede y nos bendice, nos invita a enaltecernos con absoluta confianza y certeza.
Con arte, pero sin artimañas.
Rendidos al misterio de la Vida.
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